Un montón de desecho, hedor que solo yo siento,
todo el tiempo desperdiciado, ahora arrinconado.
Ya no puedo decir si al sonreír yo miento,
es una costumbre ya, un vestigio de lo aparentado.
No puedo evitar retirarme a lo mas profundo,
lo mas escondido de este lastre de sonrisas,
y me doy cuenta por ves primera que me fundo,
poco a poco con la oscuridad tras las sonrisas.
Ahora, dentro de este laberinto en tinieblas,
no siento mas que el frió abrazo de la muerte que me tienta
con placeres desconocidos, ofrecidos con dulces palabras,
que nadie mas comprenderá, no hay nadie mas que entienda.
Y a pesar de los gritos de quienes me acompañan,
sumido en mi oscuridad me dejo llevar por esa dama a sabiendas
que las heridas que en el camino me hace, no sanan.
No tengo mas, no hay nadie mas entre las tinieblas.
Por: Solo Andres.