Caminando por mi barrio me abstengo de la realidad observando miles de luces que llegan en esta temporada llenando cual estrellas el firmamento de las fachadas, me siento en una banca admirando la belleza de mi ciudad. Solidaridad, esperanza, paz y amor inundan los medios, pero amargado por ver la realidad que es igual que dios, invisible, insensible y nadie la conoce, solo los locos, me repito; "si tan solo fuera verdad algo en esos anuncios". Pero nadie piensa en eso, el aire se llena de opio de repente, la gente se siente más feliz en una mascarada de amor aparente, quien sabe, yo siempre he estado acá y nada es lo que parece, he visto como mi madre por un regalo llevar casi enloquece. El hedor que emana de esta ciudad llena de injusticias, parece opacarse entre el aroma de buñuelos y natillas, los conflictos parecen de casa salir por las ventanas, pero en realidad todos los guardan tras las persianas. Para seguir el juego navideño de todas las f...
La vida abarca desde el dulce delirio, hasta la amarga realidad.