Veo pasar los carros, uno tras otro van una fila infinita de capsulas de metal, que envenena el poco aire que respiran. Esta estúpida urbe tiene un problema mental. Me detengo en mi cicla en busca de aire. Tomo el briquet y prendo un porro, para no ser quien grita, ser quien ríe. Aunque esta ciudad prefiera su humo del horror. Creemos que la madre tierra se muere, no vemos que solo nos matamos a nosotros. La madre tierra vivirá cuando nos supere. En el mundo con el tiempo gobernaran otros. Si algún día me preguntasen mis futuros hijos, que pasara con esta hermosa tierra maltratada, les diría que aunque no lo veamos, ella aun mueve los hilos. Al final de nuestro tiempo todo sera como si nada hubiese ocurrido. Por: Solo Andres.
La vida abarca desde el dulce delirio, hasta la amarga realidad.